A la vuelta, dirección Kyoto, paramos en Kobe para comer su preciosa carne, con la gran sorpresa que el 90% de los restaurantes no abren al mediodía, solamente dan cenas. Aún así ha habido suerte y hemos podido comerla. Exquisita y sabrosa, pero que me perdonen los dioses y los gurús gastronómicos, me gustó más la de Takayama llamada de Hida. Ahí queda eso.