Peregrinos: Abilio Gálvez Castillo y Demetrio Alonso Hernández.
Salimos del restaurante a las seis de la mañana, apenas si se ve, a estas horas hay poca circulación pero nosotros caminamos por el centro del pueblo por un camino paralelo a la carretera que se está construyendo, cuando ya es de día nos recreamos viendo las grandiosas obras de la autopista en construcción, pues por lo escarpado del terreno solo hay túneles y puentes espectaculares, donde hicimos algunas fotos, el primer pueblo que nos encontramos es La Pórtela, pueblo situado a la izquierda del camino donde el paisaje resulta de un atractivo por el verdor de su vegetación, a la derecha dejamos unos restaurantes a la orilla de la gasolinera que estamos tentados de entrar a desayunar, pero resulta un poco pronto y decidimos seguir andando, la mañana invita a caminar pues la temperatura es excelente y el caminar resulta entretenido, por cualquier sitio hay riachuelos que desembocan a los Ríos Valcarce y Balboa, que se unen en el pueblo que terminamos de descubrir y que tiene por nombre Ambasmestas
pero que no vemos a nadie por la calle, pues es demasiado pronto y la gente debe de estar en la cama, ni la panadería está abierta, pero si nos fijamos en un antiguo horno de cocer pan un tanto abandonado y en las balconadas de madera, que en nada se parecen a los tradicionales pueblos de castilla, el pueblo en cuestión es de construcción antigua y su única explotación parece la ganadería y fundamentalmente el engorde de ovinos, pasado el pueblo volvemos a dejar el camino para incorporarnos a la carretera, donde sigue presente el Rio Valcarce y los espectaculares puentes de la autopista de nueva construcción, continuando el camino llegamos al pueblo de Vega de Valcarce,
pueblo grande, que se extiende a lo largo de un hermoso valle y la carretera comarcal que va paralela a las casas que componen este peculiar enclave urbano situado al noroeste extremo de la provincia de León, cuando estamos atravesando este pueblo son las ocho de la mañana, comentamos sería bueno parar a desayunar en alguno de los bares que a nuestro paso nos encontramos, y en este comentario en uno de estos bares una señora asomada en la ventana de un bar,
al tiempo de desearnos feliz camino nos dice tener café casero muy bueno y nos convenció, una vez dentro del bar había desayunando peregrinos/nas que supongo habrían picado en el mismo anzuelo que nosotros, de entre estos comensales nos fijamos en unas chicas que por su aspecto físico llaman la atención, pues una de ellas puede pesar más de cien kilos de nacionalidad Americana y otra acompañante de mesa que es Holandesa, en el transcurso del desayuno la señora que nos lo sirve, nos dice que por trescientas ptas. su marido que es taxista, nos acerca las mochilas hasta O Cebreiro, pueblo que hay a más de tres horas andando y todo cuesta arriba, al mismo tiempo que nos comenta que solo le faltan dos mochilas para completar el cupo, pues el máximo lo tenía establecido en seis y solo faltaban dos, y sin pensarlo dos veces le pagamos por adelantado y confiamos nuestro portátil hogar a una aparente buena señora. Antes de iniciar la marcha nos tomamos buena nota donde las debíamos de recoger y la dirección de la señora en cuestión es: Bar Valcarce «Casa Gelo» Tfno 987/543119) ( Recogerlas en O Cebreiro, en el Bar que hay al lado de la puerta de la Iglesia). Cuando salimos del bar bien desayunados y sin mochila nos parecía un milagro, el primer pueblo que nos encontramos es
Ruitelán y no nos paramos, aunque si nos encontramos con un señor que al desearnos buen camino, como por aquí es costumbre, se atrevió a preguntarnos que de donde procedíamos, y al identificarnos nos dijo que tiene un amigo en Guadalajara que cree, vive en la calle de Sigüenza, pero que hace muchos años que le ha perdido la pista, y no se acuerda del nº, la conversación versó sobre las andanzas de este buen señor cuando estuvo haciendo el servicio militar en la provincia de Zaragoza y se hizo algunos viajes a conocer Madrid, y de paso alguna vez paró en Jadraque y Sigüenza, mientras Abilio sigue de conversación con el vejete yo bebo agua en una fuente, que de su caño sale una abundante cantidad de clara agua, seguimos andando y enseguida pasamos por otro pueblo llamado
Las Herrerías que no deja de ser copia de los anteriores con la diferencia que ya empezamos a subir, aunque todavía por carretera de asfalto, sin apenas circulación. Pasado este pueblo paró un señor con un taxi oscuro y nos comunicó que es el taxista de Vega de Valcarce y ha dejado las mochilas en el bar de O Cebreiro al mismo tiempo nos indica, que poco más adelante hay una bifurcación donde debemos coger el camino, pues es el auténtico de peregrinos, y nos asegura que vamos a disfrutar de bellos paisajes, cuando llevamos dos o tres kilómetros de subida, nos adentramos en túneles de auténtica vegetación natural donde apenas penetran algunos rayos del sol, que brillan en los riachuelos que por aquí discurren hacia el Rio Valcarce, poco más adelante se va despejando el paisaje para encontrarnos con el pueblo de La Faba,
donde paramos a beber agua y refrescarnos la cabeza, con gorra incluida, en una bonita fuente, ubicada en el centro de este peculiar pueblo, que por ser Domingo somos observados por varios mirones que disfrutan las sombras de las casas, con tejados de pizarra de este puente de verano, aquí nos dan alcance el grupito de peregrinos/nás que dejamos desayunando en el bar de Vega de Valcarce, incluidas la Americana y la Holandesa donde nos saludamos y comentamos la belleza del camino, para después continuar la subida, ya sin apenas vegetación, pero de unas vistas bellísimas salpicadas de rebaños de vacas pastando por estas empinadas laderas, y pastoreadas por señoras y jovenzuelos donde se deduce es el medio de subsistencia, pues la agricultura es muy escasa y el centeno el principal cereal que por aquí se cultiva. Poco más arriba nos encontramos con otro caserío llamado Laguna,
aquí como en el pueblo anterior, es obligado parar a refrescarse y beber agua en la fuente situada en mitad del caserío, donde está más preparada para los animales que para las personas, pues el olor a vaquerías se hace presente durante la travesía de este inhóspito caserío, que además es el último de la provincia de León. En esta fuente conversamos con unos chavales peregrinos que vienen de Madrid, aunque uno de ellos nos dijo ser de Guadalajara y ha vivido en el edificio de Ibercaja, pocos minutos después continuamos con la estirada subida donde nos encontramos con un grupo de extranjeros montados en mulos, y ataviados con una indumentaria campestre, zagones de badana incluidos, donde dedujimos regresan a sus orígenes . Desde estas alturas se divisan a lo lejos columnas de peregrinos que nos vienen siguiendo, pero el paso que llevamos no es fácil darnos alcance, porque la mayoría llevan la mochila acuestas, y la nuestra suponemos ya está en O Cebreiro, poco más adelante nos encontramos con un numeroso grupo de jóvenes haciéndose fotos en lo que es límite de Castilla-León y Galicia (Lugo),donde nosotros también nos hicimos una Columbrianos
y sin entretenernos demasiado seguimos avanzando ya por tierras gallegas hasta que empezamos a ver vallas de robusta construcción de piedra, a la derecha del camino indicándonos que la civilización está cerca, y poco más adelante llegamos a Piedra Fita de O Cebreiro,
pueblo enclavado en un collado desde donde se divisan unos paisajes a dos vertientes con vistas a Galicia y Castilla León, que merece la pena poder disfrutar en un día radiante como hoy .-Antes de ir a recoger las mochilas nos dedicamos a curiosear por los sitios típicos de este peculiar pueblo, donde toda su actividad está relacionada con el turismo, pues en días buenos como es el caso de hoy, son varios los autocares de extranjeros, que a su paso hacia Santiago, este es de parada obligatoria, cuando nos cansamos de curiosear decidimos ir a recoger las mochilas al bar que Gelo nos había indicado, y al preguntar al camarero por las mochilas que el taxista de Vega de Valcarce había dejado, este en tono un tanto despectivo, nos indicó ! a pues será alguna de ese montón que hay en la puerta, y visto el desinterés con que nos atendió, enseguida nos largamos del bar sin hacerle ninguna consumición a comprobar si nos faltaba algo, visto que a nuestra portátil casa se mantenía intacta, a Abilio se le ocurrió entrar a oír misa a una bonita Iglesia prerománica
que la tenemos justo en frente, yo le hice compañía y a decir verdad salimos muy animados para seguir caminando, pues el cura en el sermón nos dio ánimos a seguir por el buen camino hasta llegar a alcanzar la catedral de Santiago. Nada más salir de oír misa decidimos comer en el altillo que al oeste de este pueblo hay preparado para comer al sol, al tiempo de poder disfrutar de las impresionantes vistas que desde aquí se divisan, los víveres que todavía nos quedan aquí les damos fin, así como a la botella de vino Abilio compró en Cacabelos .Cuando terminamos de comer y beber nos sentimos con fuerzas de seguir andando, y sin pensarlo dos veces emprendemos la huida hacia adelante sin saber el próximo destino, el camino lo iniciamos en dirección oeste y cuesta arriba envuelto entre pinares hasta coronar una cima donde el camino aparte de ser cuesta abajo está más usado y pronto divisamos una carretera que conduce hasta una aldea, y decidimos llegar hasta ella atravesando a campo través , la aldea en cuestión es un pequeño pueblo situado a la izquierda del camino y la carretera y se llama Linares,
donde se divisan alguna explotación ganadera de vacuno, pues el olor está presente durante su travesía, pasado el pueblo el camino va paralelo a la carretera por su lado derecho y es todo cuesta arriba hasta volver a atravesar la carretera para encontrarnos con una enorme estatua de bronce donde nos detuvimos a descansar y observar desde este peculiar punto los paisajes que podemos divisar al lado de León.
La estatua en cuestión es de San Roque, aunque al examinarla a Abilio no le cuadraba por faltarle la compañía del perro, yo observo donde habrán encontrado el nº de las sandalias que calza este buen señor, desde este punto debemos de volver a atravesar la carretera para coger el camino lleno de enebros donde se rodea bastante, y pronto divisamos el próximo pueblo donde casi todo es cuesta abajo, cuando estamos llegando lo primero que nos encontramos es el rotulo del nombre del pueblo que es Hospital
y la indicación del albergue municipal, como las fuerzas van a menos decidimos entrar a pasar la noche, pero cuando llegamos está totalmente lleno de chavales catalanes, y no hay nadie que nos pueda atender, así esperamos más de una hora, en la solana del albergue que nos quemamos por el sol hasta el punto de preocuparnos, en este tiempo no dejan de llegar gente al albergue, entre ellos llega una pareja de alemanes de gran talla y uno de los chavales nos comenta, que si a estos los dejan entrar él se va, pues dice haber estado en algún albergue, y los ronquidos son tan grandes que los papeles del tablón de anuncios desaparecían, por fin llega Concepción que es la encargada del albergue, y nos dice que nos pongamos en fila por orden de llegada para cuñar, pues en este albergue no hay sitio para todos, cuando nos toca pasar por la censura, Concepción nos dice que nosotros tenemos asegurada la litera por ser mayores, y la verdad es que por un lado nos sentimos aliviados, pero la poca sensibilidad de Concepción nos ha hecho reflexionar, aunque llegamos a la conclusión que es una pardilla.
Cuando nos asignan la litera, a mí me dan una de la parte de arriba y en la de abajo me toca la suiza que habíamos visto en el bar Gelo, de Vega de Valcarce a Abilio le toca en la litera de al lado, y de compañero de litera un chaval que está averiado por esguince de un pie, cuando por fin nos acomodamos yo decido hacer la colada pues en la parte exterior del albergue hay unas pilas para estos menesteres y, todavía queda mucho rato de sol y se puede secar, mientras decidimos bajar a conocer el pueblo, que nos llevamos una desilusión, pues solo hay vaquerías y malos olores, nos llamó la atención ver a una chica joven cargando una carreta de excremento de vacas con una musculatura poco corriente, cuando regresamos al albergue nos están esperando para encargar la cena, porque en este pueblo no hay ningún bar ni nada parecido y debemos de pedirlo a un taxista del pueblo más próximo, nos juntamos para encargar la cena seis personas que paso a describirlos por características exteriores, un Danés rabiato y su compañera que hacía de interprete, el Chaval del esguince, la Holandesa, Abilio y Yo, la cena consistió en unas tortillas y una ensalada del tiempo, de beber, agua del grifo menos el Danés que tenía una botella de vino y aunque nos ofrecía, Abilio no lo aceptó porque dice tiene pinta de guarro (El Holandés, no el vino) cuando estábamos cenando en la cocina del albergue había varios guisoteando y apenas se cabía, pero en estos sitios la colaboración es imprescindible y está prohibido exigir, y además cada uno debe de fregarse lo suyo.
Cuando terminamos de cenar escotamos lo que debemos de pagar cada uno que resultó barato, yo tuve que salir a recoger la colada, que todavía está húmeda, pues he observado que por aquí la ropa se seca muy mal, también he llamado a casa por dos o tres veces y no me cogen el teléfono, y me siento preocupado, pero por fin logro hablar con Angelines y no hay ningún problema, el único problema es que la cabina del teléfono está fuera del recinto del albergue y hace un frio insoportable, y como en este pueblo está todo visto me subo al piso de arriba que es donde están las literas y me pongo a escribir unas notas de lo que ha dado de si el día, que no ha estado nada mal, pero la gente se está acostando y debo de apagar las luces, para no molestar y echarme a dormir, que seguro que me viene bien.
A eso de las cinco de la mañana y entre sueños oigo ruidos de movimiento de agua que pensé seria algún grifo de los cuartos de baño, pero su insistencia me desvela y pronto me doy cuenta de que está lloviendo de lo lindo y me reconforta que aunque algo húmeda yo había recogido mi colada, poco después ya se empiezan a encender las luces y es que la gente empieza a calentar el desayuno para salir arreando, yo le comunico a Abilio el panorama que desde la ventana observo y decidimos aguantar hasta ver si se despeja, pues pensamos que siempre que llueve escampa, yo me pongo a seguir escribiendo en el diario de notas lo que anoche y por falta de luz no pude terminar, el tiempo va pasando y de pronto llega Concepción y nos dice que no es hora de estar en el albergue y debemos de irnos porque ella debe de limpiar y ya no queda nadie nada más que nosotros, sin ponerle ninguna pega recogemos los trastos y nos bajamos a la cocina con la sana intención de hacer lo que los demás, parapetarnos para no mojarnos y emprender la marcha, cuando estamos poniéndonos los plásticos rodeados por las piernas y sujetados con esparadrapo por indicación de la hija de Abilio, llega la chica Americana procedente de O Cebreiro calada hasta los huesos, y con mucho frio yo comente con Abilio lo importantes que somos nosotros para salir lloviendo a cantaros, con la niebla baja, y además por carrera, pero después de parapetarnos decidimos iniciar la marcha, no sin antes contribuir a dejar en la limosnera lo que de rigor consideramos que es justo.
Cuando salimos del albergue hacia un día de perros y antes de llegar a la carretera, que no hay más de doscientos metros nos acobardamos y nos volvemos al albergue para tomar alguna decisión, preguntamos a Concepción quien nos puede sacar de este pequeño lio y nos pueda acercar hasta Triacastela y nos recomienda al señor que ayer nos acercó la cena «José», pues hace de taxista y no es muy caro, pero cuando le llamamos por teléfono no está disponible y recurrimos a otro, que particularmente a ella no le parece el mejor, pues cobra más caro, pero nos facilitó su teléfono y al pedirle precio me pidió cuatro mil ptas. Como me pareció exagerado le dije que no le daba más de tres mil ptas., y si cambiaba de opinión en diez minutos nos llamara al teléfono del albergue, pero en este tiempo vuelvo a llamar a José y me dice que ya está a nuestra disposición, pues por tres mil ptas. esta dispuesto a acercarnos hasta Triacastela y en quince minutos nos viene a recoger, madamas colgar el teléfono oímos el claxon de un coche resultando ser el de las cuatro mil ptas. que venía con la intención de acercarnos, pero a mí en ese momento, se me presentó un gran problema de conciencia y le dije que con él no había adquirido ningún compromiso y por tanto no vamos a dejar a José sin clientes, entonces contestó que había percibido por teléfono el hablar con un espabilado, pero por fortuna para él, en ese momento aparece un nuevo peregrino con familiares de corta edad, que tomó la sana decisión de saltarse esta etapa metido dentro de un taxi.- Por fin llega José con su todoterreno y montamos en dirección a Triacastela, por carretera vemos con mucha dificultad debido a la niebla algún peregrino, cuando llegamos al Alto do Poio
José dice que si no hemos desayunado tenemos una buena ocasión para hacerlo, pues da el intermitente y nos para en un bar que resulta ser de su propiedad, y nos dice que matar dos pájaros de un tiro no todos los días se puede hacer, además levanta a su hija de la cama para que pueda atender a posibles peregrinos que vayan llegando, y nos comenta que los jóvenes de ahora solo piensan en pasárselo de cachondeo, cuando abandonamos el bar su hija se queda metida dentro del mostrador con un careto que refleja lleno de dificultades, cuando vamos avanzando José nos va explicando lo difícil que resulta la vida por estos inhóspitos terrenos, al mismo tiempo nos comunica la mala suerte que hemos tenido por no estar el tiempo bueno, pues si hubiera estado claro, esta etapa nos habría resultado por sus paisajes de lo más bonito del Camino de Santiago, pero días de niebla baja como hoy en esta zona son bastante frecuentes, atravesamos por unos pequeños caseríos que José nos comunica son Fonfria
y poco más delante Viduero, donde parece que la niebla amaina pero no deja de llover, y algunos peregrinos se divisan empapados, que nos hacen reflexionar de lo que nosotros estamos haciendo puede ser traicionar a nuestra debilitada fe, poco más adelante José nos comunica estamos llegando al final de etapa, aunque a él no le importa llevarnos donde digamos, incluso hasta Santiago, pero su negocio es incompatible con el nuestro y decidimos que nos acercara al albergue municipal del pueblo, cuando por fin llegamos a Triacastela
nos indica que el albergue es el edificio de toldos azules que a la izquierda de la carretera se divisa a poco más de cien metros, aquí le pagamos y nos despedimos a José que nos encargó darle un abrazo de su parte al Santo, en este momento no llueve nada, y como cansados no estamos, preguntamos a los lugareños su opinión por la climatología y nadie se comprometió a asegurarnos nada, pero nosotros por nuestra cuenta decidimos seguir, aún a costa de mojarnos, atravesamos el pueblo y nos encontramos con la duda de ir por carretera lado derecho o camino por San Xil, sin dudarlo decidimos el camino es menos peligroso y además se aventaja cuatro kilómetros, pero como había llovido tanto, el barro está presente y no resulta fácil sortear entre el barro y los excrementos de vaca que por estas callejuelas son demasiado frecuentes, a nuestra derecha discurre un riachuelo sin demasiado caudal, para poco después atravesarlo por un rudimentario puente y encontrarnos con una abandonada ermita,
todo por aquí resulta atractivo por las peculiaridades que entraña este singular paisaje de densa vegetación, a nuestra izquierda dejamos una hermosa fuente, que no hacemos uso de ella,
pues está empezando a llover y debemos de pararnos a protegernos del fuerte aguacero debajo de un gran árbol y hacer uso de las capas impermeables que desembalamos de nuestros respectivas mochilas, en estos momentos nuestros pensamientos se centran en la pena de no haber disfrutado de la estancia en Triacastela, pues habría merecido la pena, pero todo pasa y el aguacero también y pocos minutos después emprendemos el camino atravesando un pequeño caserío llamado San Xil, por aquí el camino aunque es subida está asfaltado y no nos atascamos, de pronto nos encontramos con una piara de vacas de enorme tamaño en mitad de la carretera,
que son conducidas por una señora de mediana edad y nos obligan a pararnos, nos alcanzan unos jóvenes peregrinos en bicicleta que tampoco pueden seguir, Abilio en tono jocoso les dice que sigan, pues si atropellan alguna vaca, que no se hubiera puesto en el medio, pasado este pequeño incidente enseguida terminamos la subida coronando el Alto de Riocabo, y a partir de aquí iniciamos una bajada de varios kilómetros por caminos encallejonados que discurren por minúsculas aldeas, donde apenas nos encontramos con gente para poder preguntar, pasado el pequeño caserío de Fontearcuda
nos dan alcance las chicas vascas, andaluzas y Xosé, que intentamos seguirlas pero es imposible, van corriendo, cuando llegamos a otro pequeño poblado llamado Furela
nos encontramos con un vejete que charlamos con él unos minutos, solo tenía dos dientes y portaba un azadón, su aspecto reflejaba lo duro que debe de ser vivir por estos deshabitados territorios, poco más delante atravesamos otro pequeño poblado, aunque algo más grande que los anteriores se llama Calvór
pero por indicación de Xosé el de A Coruña, nos ha dicho que merece la pena llegar hasta Sarria porque es un buen pueblo, además es el Concello de esta Comarca, pues hay hasta ferrocarril, a partir de aquí ya se divisa, pues parece una capital, pero hasta que llegamos se está haciendo demasiado pesado, cuando llegamos a Sarria preguntamos por el albergue, y para colmo nos dicen que está al otro lado del pueblo, pues debemos de cruzar el puente del Río Sarria.
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